Época: Renacimiento3
Inicio: Año 1400
Fin: Año 1500

Antecedente:
Consolidación del arte nuevo

(C) Victor Nieto y Alicia Cámara



Comentario

Según hemos visto, la formulación del lenguaje renacentista se desarrolló a lo largo de un proceso de experimentación en el que confluyen una suma de actitudes y planteamientos individuales. En todos los que hemos estudiado se produce, como el elemento común fundamental, la búsqueda de un cierto ideal clásico. Sin embargo, este planteamiento, que tuvo su principal desarrollo en Florencia, no fue cultivado por todos los artistas de la ciudad y menos aún por los que realizan su formación y trabajan en otros centros.
Si es cierto que a lo largo del siglo XV se configura un nuevo lenguaje, no lo es menos el hecho de que éste, a pesar de ser la recuperación de un ideal clásico, dista mucho de poder ser englobado en su conjunto bajo una misma normativa. En el Quattrocento el clasicismo se entiende como algo muy distinto a la formulación y seguimiento de una norma hasta el, punto que muchos de los artistas más representativos de esta corriente siguieron una trayectoria que, en ciertas ocasiones, parece estar en contradicción con la idea misma de clasicismo.

Hemos visto cómo Piero della Francesca y Andrea del Castagno desarrollan un arte en consonancia con las inquietudes y problemas del debate artístico florentino en torno a 1430-40. Sin embargo, aunque en los problemas relativos al sistema de representación y a la concepción escenográfica del cuadro, pueden existir elementos que proceden de una preocupación común, otros aspectos, en cambio, los presenta como artistas divergentes. Piero della Francesca mantiene una clara preocupación por la conversión de los modelos en arquetipos plásticos, mientras que Andrea del Castagno se orienta hacia una tensión dramática cargada de expresividad; La Crucifixión, pintada hacia 1454 (actualmente en Santa Apolonia) muestra una tensión, patetismo y expresividad, que parecen estar en contradicción con la idea misma de clasicismo. En esta pintura se aprecia un aspecto que caracteriza a la obra de Andrea del Castagno: la forma escultórica y vigorosa con que acomete la representación de las figuras. Lo cual plantea, a su vez, una cierta relación con la escultura de Donatello.